jueves, 30 de octubre de 2008

Archivo (mas de 3 años)

Llegaste golpeando despacito la puerta,
así como al pasar...

Te veo...
pero aún no sé quién sos.

Te siento como aquel árbol
frondoso en que refugiarme;
de miles de hojas
que cuentan tu historia
dibujada en sus venas.
De raíces profundas
que abrazan al mundo,
sin ser de un único suelo.
De ramas extendidas
en infinitos bailes
con el viento;

aquel que te lleva
a lugares más allá del horizonte.
Juegas con el sol
y seduces a la luna.
La lluvia recoge tus penas
y te impregna con aromas lejanos;
recuerdas, olvidas...
vives.

No se quién sos...
Si dejarás que pase tu corteza,
lea tus betas
o me familiarice
con el crujir de tus ramas.
Si podré humedecer tus asperezas
o saciarme con tus frutos.

Has dejado caer
una de tus hojas
sobre la palma de mi mano extendida...
tus líneas y las mías se confunden
hasta ese instante en que junto mis dedos.

Aprieto.

Acerco el puño a la nariz
y te huelo con los ojos cerrados.

Quien sos?

Abro los ojos,
luego el puño...
una mariposa escapa volando.

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